Palabras de nuestro Director Ejecutivo
Juan Manuel Arribas Berendshon
En cada taller de preparación ante sismos que hacemos, hago la misma pregunta: ¿has participado en algún simulacro de sismo? La mayoría de las veces, las personas dicen que sí, pero al profundizar en su respuesta, nos damos con la ingrata sorpresa de que, cuando a participación se refieren, en realidad están hablando básicamente de que tienen conocimiento de que hay un simulacro, o que en sus oficinas los brigadistas designados los “obligaron” a evacuar ordenadamente y colocarse en las zonas definidas como seguras, pero nada más.
Ninguna persona comenta sobre la reacción en sus familias, ni cuál es la zona segura en su domicilio, ni si dispusieron de la mochila de emergencia o, mucho menos, de la caja de reserva, si han definido un punto de encuentro familiar, o si usaron el 119, etc.
Participar verdaderamente de un simulacro, y poner en práctica el Plan Familiar de Emergencia, es lo que marca la diferencia entre la vida y la muerte de nuestros seres queridos. No hablamos de daños materiales, sino de vidas humanas que se pueden salvar si somos lo suficientemente responsables, antes de que ocurran los hechos, con una buena preparación. Por eso nos sorprende la pobre o nula participación de nuestra población en estos simulacros o, peor, que algunas instituciones no le den la debida importancia. No nos lamentemos el día de mañana cuando el sismo ocurra y no sepamos qué hacer, y las pérdidas humanas sean devastadoras.